Otra Ilustración - Capítulo 26

Se me mostró el interés que todo el cielo ha tomado en la obra que ha estado realizándose sobre la tierra. Jesús comisionó a un fuerte y poderoso ángel para que descendiera y le advirtiera a los habitantes de la tierra que se prepararan para su segunda aparición. Vi al poderoso ángel irse de la presencia de Jesús en el cielo. Ante él iba una luz extraordinariamente brillante y gloriosa. Se me dijo que su misión era iluminar la tierra con su gloria, y amonestar al hombre acerca de la inminente ira de Dios. Multitudes recibieron la luz. Algunos parecían muy solemnes, mientras que otros estaban alegres y deleitados. La luz fue derramada sobre todos, pero algunos solamente cayeron bajo la influencia de la luz, y no la recibieron sinceramente. Pero todos los que la recibieron, volvieron sus rostros hacia arriba, hacia el cielo, y glorificaron a Dios. Muchos estaban llenos de una gran ira. Los ministros y el pueblo se unieron a los malvados, y resistieron firmemente en contra de la luz derramada por el poderoso ángel. Pero todos los que la recibieron se apartaron del mundo y se unieron.
Satanás y sus ángeles estaban muy ocupados, tratando de alejar de la luz las mentes de todos los que podían impresionar. El grupo que la rechazó fue dejado en tinieblas. Vi al ángel mirando con el más profundo interés al profeso pueblo de Dios, para registrar el carácter que desarrollaban mientras el mensaje de origen divino les era introducido. Y a medida que muchos que profesaban amor por Jesús se apartaron del mensaje celestial con desprecio, sarcasmo y odio, un ángel con un pergamino en su mano, registró el vergonzoso reporte. Todo el cielo estaba lleno de indignación, porque Jesús había sido insultado por sus profesos seguidores.
Vi el chasco de aquellos que confiaban. No vieron a su Señor en el tiempo esperado. Era el propósito de Dios ocultar el futuro, y llevar a su pueblo a un punto de decisión. Sin ese punto relacionado con el tiempo, la obra que Dios se proponía llevar a cabo no hubiera podido realizarse. Satanás estaba guiando las mentes de muchos a remontarse muy adelante en el futuro. Un período de tiempo proclamado para la aparición de Cristo debía llevar la mente a buscar fervientemente una preparación en la actualidad. A medida que pasaba el tiempo, los que no habían recibido la luz del ángel completamente, se unieron con los que habían despreciado el mensaje celestial, y se volvieron en contra de los que habían sufrido el chasco, ridiculizándolos. Vi a los ángeles en el cielo consultando con Jesús. Habían notado la situación de los profesos seguidores de Cristo. El paso del tiempo definido los había probado, y muchos fueron pesados en la balanza y hallados faltos. Todos ellos profesaban estruendosamente ser cristianos, sin embargo, fracasaron en seguir a Cristo en casi todo detalle. Satanás se regocijó acerca del estado de los profesos seguidores de Cristo. Los tenía en su trampa. Había llevado a la mayoría de ellos a abandonar la senda recta, y estaban tratando de subir al cielo por otra parte. Los ángeles vieron a los puros, los limpios y los santos mezclados con los pecadores en Sión, y con el hipócrita que ama el mundo. Habían velado sobre los que verdaderamente amaban a Jesús; pero los que estaba corrompidos estaban afectando a los que estaban santificados.
A aquellos cuyos corazones ardían con el anhelo e intenso deseo de ver a Jesús, les fue prohibido por sus profesos hermanos que hablaran acerca de su venida. Los ángeles contemplaban toda la escena, y simpatizaban con el remanente, que amaba la venida de Jesús. Otro poderoso ángel fue comisionado para descender a la tierra. Jesús colocó en su mano un escrito y mientras él descendía hacia la tierra, clamó: ¡Ha caído Babilonia! ¡Ha caído! Entonces vi que los que estaban chasqueados se alegraban nuevamente y elevaban sus ojos al cielo, buscando con fe y esperanza la venida de su Señor. Pero parecía que muchos permanecían en un estado de estupor, como si estuvieran dormidos; sin embargo, podía ver el rastro de un profundo pesar sobre sus rostros. Los que habían sido chasqueados vieron en la Biblia que estaban en el tiempo de espera, y que debían esperar pacientemente el cumplimiento de la visión. La misma evidencia que los guió a esperar a su Señor en el 1843, los llevó a esperarlo en el 1844; vi que la mayoría de ellos no poseía ese entusiasmo que caracterizó su fe en el 1843. Su chasco había menoscabado su fe. Pero a medida que los que habían sido chasqueados se unieron en el clamor del segundo ángel, la hueste celestial los contempló con el más profundo interés, y notaron el efecto del mensaje. Vieron a los que llevaban el nombre de cristianos volverse con burla y desprecio en contra de aquellos que habían sido chasqueados. A medida que las palabras salían de los labios del burlador: ¡No habéis subido todavía! Un ángel las escribió. El ángel dijo: Se burlan de Dios.
Se me señaló la traslación de Elías. Su manto calló sobre Eliseo, y niños impíos (o gente joven) lo siguieron, burlándose, clamando: ¡Calvo sube! ¡Calvo sube! Se burlaron de Dios, y enfrentaron su castigo allí. Lo habían aprendido de sus padres. Y los que se han mofado y burlado de la idea de que los santos asciendan, serán visitados con las plagas de Dios, y se darán cuenta de que no es algo sin importancia jugar con él.
Jesús comisionó otros ángeles para que volaran rápidamente a revivir y fortalecer la debilitada fe de su pueblo, y a prepararlo para comprender el mensaje del segundo ángel, y el importante cambio que pronto había de ser llevado a cabo en el cielo. Vi a los ángeles recibir gran poder y luz de parte de Jesús, y volar rápidamente a la tierra para cumplir con su comisión de ayudar al segundo ángel en su obra. Una poderosa luz brilló sobre el pueblo de Dios a medida que los ángeles clamaban: He aquí, el esposo viene; salid a recibirle. Entonces, vi a los que habían sido chasqueados levantarse, y proclamar en armonía con el segundo ángel: He aquí, el esposo viene; salid a recibirle. La luz proveniente de los ángeles penetró las tinieblas por todas partes. Satanás y sus ángeles trataron de obstaculizar el avance de esa luz e impedir que tuviera el efecto deseado. Contendieron con los ángeles de Dios, y les dijeron que Dios había engañado al pueblo, y que con toda su luz y su poder, ellos no podrían hacer que la gente creyera que Jesús venía. Los ángeles de Dios continuaron su obra, aunque Satanás se esforzó por obstruir el camino y alejar la mente de la gente de la luz. Los que la recibieron se veían muy felices. Fijaron sus ojos en el cielo y anhelaron la venida de Jesús. Algunos estaban en gran angustia, llorando y orando. Sus ojos parecían estar fijos en sí mismos, y no se atrevían a mirar hacia arriba.
Una luz preciosa que provenía del cielo desvaneció las tinieblas alejándola de ellos, y sus ojos, que habían estado fijos con angustia en sí mismos, fueron atraídos hacia arriba, mientras que sobre cada rasgo de sus rostros se expresaban gratitud y gozo santo. Jesús y toda la hueste angelical miraban con aprobación a los fieles que esperaban.
Los que rechazaron la luz del mensaje del primer ángel y se opusieron a ella, perdieron la luz del segundo, y no pudieron beneficiarse del poder y la gloria que acompañaban al mensaje: He aquí el esposo viene. Jesús se apartó de ellos con desagrado. Lo habían menospreciado y rechazado. Los que recibieron el mensaje fueron envueltos en una nube de gloria. Esperaron, velaron y oraron para conocer la voluntad de Dios. Temían grandemente el ofenderlo. Vi a Satanás y a sus ángeles tratando de bloquear esa luz divina para que no llegara al pueblo de Dios; pero mientras los que esperaban atesoraran la luz y mantuvieran sus ojos apartados de la tierra y puestos en Jesús, Satanás no tendría ningún poder para privarlos de esa preciosa luz. El mensaje del cielo que fue proclamado enfureció a Satanás y a sus ángeles, y a los que profesaban amar a Jesús, pero despreciaban su venida y desdeñaban y mofaban a los fieles que confiaban. Pero un ángel registró cada insulto, cada ofensa, cada abuso que ellos recibieron de parte de sus profesos hermanos. Muchos elevaron sus voces para clamar: He aquí el Esposo viene, y abandonaron a sus hermanos que no amaban el retorno de Jesús, y quienes no les permitían espaciarse en su segunda venida. Vi a Jesús apartar su rostro de aquellos que rechazaban y despreciaban su venida, y entonces, ordenó a sus ángeles que guiaran a su pueblo a salir de entre los inmundos, para que no se contaminaran. Los que obedecieron el mensaje salieron y estuvieron libres y unidos. Una luz santa y excelente brilló sobre ellos. Renunciaron al mundo, arrancaron sus afectos de éste, y sacrificaron sus intereses terrenales. Renunciaron a su tesoro mundanal; y su mirada ansiosa fue dirigida hacia el cielo, esperando ver a su amado Libertador. Un gozo sagrado y santo brillaba sobre sus rostros y revelaba la paz y el gozo que reinaban en el interior. Jesús ordenó a sus ángeles que fueran y los fortalecieran, porque la hora de la prueba se acercaba. Vi que los que esperaban todavía no habían sido probados como debían serlo. No estaban libres de errores. Y vi la misericordia y la bondad de Dios al enviar una amonestación a la gente de la tierra, y mensajes consecutivos a fin de llevarlos hasta un punto de tiempo, para conducirlos a un escudriñamiento diligente de sí mismos, de manera que pudieran liberarse de errores que habían sido transmitidos de los paganos y de los papistas. A través de esos mensajes, Dios había estado sacando a su pueblo hacia donde pudiera obrar en su favor con mayor poder, y donde pudieran guardar todos sus mandamientos.

Favor hacer referencia a: 2Reyes 2:11-25; Daniel 8:14; Habacuc 2:1-4; Mateo 25:6; Apocalipsis 14:8, 18:1-5.

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