El Misterio de Iniquidad - Capítulo 18

Ha sido siempre el plan de Satanás desviar de Jesús las mentes de la gente y conducirlas hacia los hombres, destruyendo así el sentido de la responsabilidad individual. Satanás falló en su propósito cuando tentó al Hijo de Dios. Tuvo un mayor éxito cuando se acercó al hombre caído. La doctrina de la cristiandad fue corrompida. Papas y sacerdotes se arrogaron una posición exaltada, y enseñaron a la gente a recurrir a ellos para obtener el perdón de sus pecados, en vez de ir directamente a Cristo. Se les prohibió la lectura de la Biblia, de manera que permanecieran ocultas las verdades que los condenaban.
La gente fue completamente engañada. Se le enseñó que los papas y sacerdotes eran los representantes de Cristo, cuando en realidad eran los representantes de Satanás y cuando se postraban ante ellos estaban adorando a Satanás. La gente pedía la Biblia; pero los sacerdotes consideraron como algo peligroso que los fieles leyeran la Palabra de Dios por sí mismos por temor a que fuesen ilustrados, y los pecados de sus instructores fuesen expuestos. El pueblo fue enseñado a recibir las palabras de estos engañadores como si proviniesen de la boca de Dios. Ejercían sobre las mentes un poder que solamente Dios debería tener. Y si alguien se atrevía a seguir sus propias convicciones, el mismo odio que Satanás y los judíos habían manifestado hacia Jesús se encendía en contra de ellos, y los que tenían autoridad se mostraban sedientos de su sangre. Se me mostró un tiempo durante el cual Satanás triunfaba en forma especial. Multitudes de cristianos fueron muertos de una manera espantosa porque deseaban preservar la pureza de su religión.
La Biblia era odiada y se hicieron esfuerzos para hacer desaparecer de la tierra la preciosa palabra de Dios. Su lectura fue prohibida so pena de muerte, y todos los ejemplares del santo libro que se podían encontrar fueron quemados. Pero vi que Dios tuvo un cuidado especial por su palabra. Él la protegió. En diferentes períodos solamente quedaron muy pocas copias de la Biblia, sin embargo, Dios no permitió que se perdiese su palabra. Y en los últimos días los ejemplares de la Biblia serían multiplicados de tal manera que cada familia podría poseerla. Vi que cuando había solamente unas pocos ejemplares de la Biblia, los perseguidos seguidores de Jesús encontraban en ella precioso consuelo de valor inestimable. La leían secretamente y aquellos que disfrutaban de ese exaltado privilegio sentían que tenían una entrevista con Dios, con su Hijo Jesús, y con sus discípulos. Pero este bendito privilegio costó la vida de muchos. Si eran descubiertos, se los privaba de la lectura de la sagrada Palabra y eran condenados al cadalso, a la estaca o al calabozo para morir allí de hambre.
Satanás no podía impedir el plan de salvación. Jesús fue crucificado, y resucitó al tercer día. Pero Satanás le dijo a sus ángeles que el obtendría ventajas de la crucifixión y de la resurrección. Estaba dispuesto a que los que profesaban fe en Jesús creyeran, que las leyes judías que regulaban los sacrificios y ofrendas cesaron a la muerte de Cristo, y si podía llevarlos más lejos, les haría creer que la ley de los diez mandamientos también había expirado con Cristo.
Vi que muchos cedieron fácilmente a este engaño de Satanás. Todo el cielo se indignó al ver que la santa ley de Dios era pisoteada. Jesús y toda la hueste angélica estaban familiarizados con la naturaleza de la ley de Dios; y sabían que era imposible alterarla o abrogarla. La condición desesperada del hombre después de la caída había causado la tristeza más profunda en el cielo, y movió a Jesús a ofrecerse para morir por los transgresores de la santa ley de Dios. Si su ley hubiese podido ser abolida el hombre podría haberse salvado sin necesidad de la muerte de Jesús. La muerte de Cristo no destruyó la ley de su Padre, sino que la magnificó, la honró, e impuso la obediencia a todos sus santos preceptos. Si la iglesia hubiese permanecido pura y firme Satanás no hubiese podido engañarla ni inducirla a pisotear la ley de Dios. En ese atrevido plan, Satanás ataca directamente el fundamento del gobierno de Dios en el cielo y en la tierra. A causa de su rebelión fue expulsado del cielo. Después que se rebeló, quiso salvarse pretendiendo que Dios cambiara su ley, pero Dios ante toda la hueste celestial le dijo a Satanás que su ley era inalterable. Satanás sabe que si puede inducir a otros a violar la ley de Dios puede ganarlos para su causa, porque todo transgresor de la ley debe morir.
Satanás decidió ir aún más lejos. Dijo a sus ángeles que algunos manifestarían tanto celo por la ley de Dios que no se dejarían prender en esta trampa, pues los diez mandamientos eran tan claros que muchos creerían que todavía estaban vigentes; por lo tanto, debía tratar de corromper el cuarto mandamiento, el cual revela al Dios viviente. Indujo a sus representantes a intentar cambiar el sábado, y alterar el único mandamiento de los diez que señala al verdadero Dios, el Hacedor de los cielos y de la tierra. Satanás presentó ante ellos la gloriosa resurrección de Jesús, y les dijo que por haber resucitado el primer día de la semana él cambió el descanso del séptimo al primer día de la semana. Así se valió Satanás de la resurrección para que sirviera su propósito. Él y sus ángeles se regocijaron de que los errores preparados por ellos fuesen aceptados tan favorablemente por quienes se consideraban los profesos amigos de Cristo. Lo que alguno pudiera considerar como un horror religioso, otro lo admitiría. Los diferentes errores serían recibidos y defendidos celosamente. La voluntad de Dios tan claramente revelada en su palabra fue cubierta con errores y tradiciones que eran enseñados como los mandamientos de Dios. Pero a pesar de que este atrevido engaño, en desafio al cielo, había de ser tolerado hasta la segunda aparición de Jesús, sin embargo, Dios no sería dejado sin testigos. Habían habido verdaderos y fieles testigos que habían guardado todos los mandamientos de Dios a través de las tinieblas y del tiempo de persecución de la iglesia.
Vi que los ángeles se llenaron de asombro al contemplar los sufrimientos y muerte del Rey de gloria. Pero también vi que a la hueste angélica no le sorprendió que el Señor de la vida y de la gloria, quien llenaba todo el cielo de gozo y esplendor, quebrantara los lazos de la muerte y saliera de la tumba como vencedor. Y si alguno de esos eventos hubiese de ser conmemorado por un día de descanso, habría de ser el de la crucifixión. Pero, vi que ninguno de esos acontecimientos estaba destinado a alterar o abolir la ley de Dios; sino que constituían la prueba más poderosa de su carácter inmutable.
Estos importantes eventos tienen su conmemoración. Al participar de la cena del Señor, al partir el pan y tomar del jugo de la vid anunciamos la muerte del Señor hasta que él venga. Al observar este mandamiento, las escenas de sus sufrimientos y muerte vienen frescas a nuestra memoria. La resurrección de Cristo es conmemorada cuando somos enterrados con Cristo mediante el bautismo, y levantados de la tumba líquida a la semejanza de su resurrección para vivir una vida nueva.
Se me mostró que la ley de Dios permanecería para siempre, y que existiría en la tierra nueva por toda la eternidad. En la creación, cuando el fundamento de la tierra fue colocado, los hijos de Dios miraron con admiración la obra del Creador, y toda la hueste celestial se regocijó. Fue entonces cuando se estableció el fundamento del sábado. Al cierre de los seis días de creación, Dios descansó en el séptimo día de toda su obra que había hecho; y bendijo el día de reposo y lo santificó, porque en él había descansado de toda su obra. El sábado fue instituido en el Edén antes de la caída, fue observado por Adán y Eva, y por toda la hueste celestial. Dios descansó en el séptimo día, lo bendijo y lo santificó; y vi que el sábado nunca sería abolido, sino que los santos redimidos y toda la hueste angélica, lo observará en honor al gran Creador por toda la eternidad.

Favor hacer referencia a: Daniel capítulo 7; 2Tesalonicenses capítulo 2.

2 comentarios:

  1. S. Pablo escribe que no tenemos lucha contra sangre y carne, y esto es tan cierto que si lo viéramos como piedras que nos caen encima sentiríamos una lluvia casi torrencial suave pero catastrófica en su final. Parece que los ataques son como brisa y viento … nos acostumbramos poco a poco que llegamos a creer que cuando venga el viento pensamos erróneamente que podremos tolerar ya cuando llega la tormenta pensamos en huir y solo veremos los daños que deja en su paso;.. el problema es que esos daños los arrastramos y nos arrastra hasta que solo podemos implorar por la mano misericordiosa… ¿que pasara cuando el Espíritu de Dios se retire?

    ResponderEliminar
  2. 2 TESALONISENSES 2,7
    MISTERIO DE INIQUIDAD: Podremos rezar en los últimos tiempos?
    En este versículo vemos que se nos habla del “misterio de iniquidad” que vendrá en los últimos tiempos y se nos habla de apostasía y de un personaje muy malvado llamado el”hijo de la perdición”,etc,
    Pero lo mas interesante de todo esto es la frase misterio de iniquidad o maldad.
    Es evidente que para que se manifiesten estas maldades deberá haber una condición previa en el mundo.Habra una “coraza” de maldad rodeando la Tierra.Una cubierta espiritual satanica que aparentemente bloqueara literalmente nuestras oraciones para que no puedan ser escuchadas por los angeles.En esos terribles momentos estaremos separados de Dios como nunca en la historia de la humanidad.El hombre estará librado por un tiempo a las acechanzas demoniacas sin la asistencia divina.Esto es el misterio de iniquidad.
    Sin embargo las personas que trabajaron su relación con Dios muy profundamente resistirán hasta la venida del Señor

    ResponderEliminar