Los Pecados de Babilonia - Capítulo 33

Vi la condición de las diversas iglesias desde que el segundo ángel proclamó su caída. Éstas habían estado volviéndose cada vez más corruptas, sin embargo, llevan el nombre de seguidoras de Cristo. Es imposible distinguirlas del mundo. Sus ministros toman sus textos de la Palabra de Dios pero predican cosas halagüeñas. El corazón carnal no tiene ninguna objeción en contra de eso. Es solamente el espíritu y el poder de la verdad, y la salvación de Cristo lo que resulta odioso al corazón natural. En el ministerio popular no hay nada que incite la ira de Satanás, que haga temblar al pecador o que aplique al corazón y a la conciencia las temibles realidades de un juicio pronto a venir. Generalmente, los hombres impíos están satisfechos con una forma sin la verdadera piedad, y ayudarán y apoyarán una religión tal. El ángel dijo: Ninguna cosa que sea menos que la completa armadura de justicia puede vencer y conservar la victoria sobre el poder de las tinieblas. Satanás ha tomado posesión de las iglesias como cuerpos. Se hace hincapié en las declaraciones y los hechos de los hombres en lugar de las penetrantes verdades de la palabra de Dios. El ángel dijo: La amistad y el espíritu del mundo están en enemistad con Dios. Cuando la verdad en su sencillez y fuerza, como es en Jesús, es examinada en contra del espíritu del mundo, inmediatamente despierta el espíritu de la persecución. Muchos que profesan ser cristianos, no han conocido a Dios. El carácter del corazón natural no ha sido cambiado y la mente carnal permanece en enemistad con Dios, son los fieles siervos de Satanás, a pesar de que han tomado otro nombre.
Vi que desde que Jesús había dejado el lugar santo del santuario celestial, y había entrado dentro del segundo velo, las iglesias fueron dejadas como los judíos, y se han estado llenando de toda ave sucia y aborrecible. Vi gran iniquidad y vileza en las iglesias, sin embargo, profesan ser cristianas. Su profesión, sus oraciones y sus exhortaciones son una abominación a la vista de Dios. El ángel dijo: Dios no olerá en sus asambleas. El egoísmo, el fraude y el engaño son practicados por ellos sin que los reproche la conciencia. Y arrojan el manto de la religión sobre todos esos malos rasgos. Se me mostró el orgullo de las iglesias nominales, Dios no estaba en sus pensamientos sino que, sus mentes carnales se espacían en sí mismas. Decoran sus pobres cuerpos mortales, y entonces se contemplan con satisfacción y placer. Jesús y los ángeles los miraron con ira. El ángel dijo: Sus pecados y su orgullo han llegado hasta el cielo. Su porción está preparada. La justicia y el juicio han dormido por mucho tiempo, pero pronto despertarán. Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Las terribles amenazas del tercer ángel han de ser cumplidas y ellos beberán de la ira de Dios. Una innumerable hueste de ángeles malos está esparciéndose por toda la tierra, las iglesias y los cuerpos religiosos están llenos de ellos. Y éstos miran a los cuerpos religiosos con regocijo, porque el manto de la religión cubre los mayores crímenes e iniquidad.
Todo el cielo contempla con indignación a los seres humanos, la obra de Dios, reducidos por su prójimo a las
profundidades más grandes de la degradación, y colocados al nivel de la creación animal. Y los profesos seguidores de ese amado Salvador, cuya compasión siempre fue despertada cuando él veía el sufrimiento humano, se envuelven de todo corazón en ese enorme y serio pecado. Y tratan con esclavos y con las almas de hombres. Ángeles lo han registrado todo. Está escrito en el libro. Las lágrimas de los siervos y siervas piadosos, de padres, madres e hijos, de hermanos y hermanas, están en la redoma en el cielo. La agonía, la agonía humana, es llevada de lugar en lugar, y comprada y vendida. Dios restringirá su ira solamente un poquito más. Su indignación arde contra esta nación, y especialmente en contra de los cuerpos religiosos que han sancionado, y también se han envuelto en ese terrible tráfico. Una injusticia semejante, una opresión de esa clase, tales sufrimientos, pueden ser contemplados por muchos profesos seguidores del manso y humilde Jesús con una indiferencia cruel. Y muchos de ellos pueden infligir personalmente toda esa indescriptible agonía con una satisfacción abominable, y todavía atreverse a adorar a Dios. Es una burla absoluta, y Satanás se regocija acerca de ella y reprocha a Jesús y a sus ángeles a causa de inconsecuencias tan grandes, diciendo, con triunfo infernal: ¡Esos son los seguidores de Cristo!
Esos profesos cristianos leen acerca de los sufrimientos de los mártires, y las lágrimas corren por sus mejillas. Se preguntan cómo los hombres pudieron tener corazones tan endurecidos como para practicar crueldades tan inhumanas para con su prójimo, mientras que al mismo tiempo ellos mantienen a sus semejantes en la esclavitud. Y eso no es todo. Ellos cortan los vínculos naturales y oprimen cruelmente a su prójimo día tras día. Pueden infligir torturas muy inhumanas con implacable crueldad, las cuales se pueden comparar con la crueldad que los papistas y los paganos manifestaron hacia los seguidores de Cristo. El ángel dijo: Será más tolerable la suerte de los paganos y de los papistas en el día de la ejecución del juicio divino, que para esos hombres. Los clamores y los sufrimientos de los oprimidos han llegado al cielo, y los ángeles están asombrados ante el sufrimiento indecible, cruel y agonizante que el hombre, hecho a la imagen de su Creador, inflige a su prójimo. El ángel dijo: Los nombres de los tales están escritos con sangre, cruzados con azotes, e inundados por agonizantes y ardientes lágrimas de sufrimiento. La ira de Dios no cesará hasta que él haya hecho que la tierra de la luz beba las heces de la copa de su indignación, y hasta que haya recompensado a Babilonia al doble. Dadle a ella como os ha dado, y pagadle el doble según sus obras; en el cáliz en que ella preparó bebida, preparadle a ella el doble.
Vi que el amo de un esclavo tendrá que responder por el alma de su esclavo a quien él ha mantenido en la ignorancia; y que todos los pecados del esclavo serán castigados en el amo. Dios no puede llevar al cielo al esclavo que fue mantenido en la ignorancia y la degradación, sin saber nada acerca de Dios o de la Biblia, temiendo sólo el látigo de su amo, y ocupando una posición tan elevada como las bestias de su dueño. Pero él hace lo mejor para él que un Dios compasivo puede hacer. Le permite ser como si no hubiera sido, mientras que el amo tiene que sufrir la siete postreras plagas, y más tarde levantarse en la segunda resurrección para sufrir la muerte segunda, la más terrible. Entonces la ira de Dios se aplacará.

Favor hacer referencia a: Amós 5:21; Romanos 12:19; Apocalipsis 14:9-10, 18:6.

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