La Muerte No es un Tormento Eterno - Capítulo 19

Satanás comenzó su engaño en el Edén. Le dijo a Eva: No moriréis. Esa fue la primera lección de Satanás con respecto a la inmortalidad del alma; y él ha llevado a cabo ese engaño desde esa época hasta el presente, y continuará haciéndolo hasta que termine la cautividad de los hijos de Dios. Me fueron mostrados Adán y Eva en el Edén. Ambos comieron del árbol prohibido; una espada de fuego fue colocada alrededor del árbol de la vida, y ellos fueron arrojados del Edén para que no pudieran comer de éste y se convirtieran en pecadores inmortales. El árbol de la vida había de perpetuar la inmortalidad. Escuché a un ángel preguntar: ¿Quién de la familia de Adán ha pasado por donde está la espada de fuego y participado del árbol de la vida? Entonces escuché a otro ángel contestar: Ningún miembro de la familia de Adán ha pasado por la espada de fuego, y participado del árbol de la vida; por lo tanto, no hay ningún pecador que sea inmortal. El alma que pecare morirá de muerte eterna; una muerte que durará para siempre, donde no habrá ninguna esperanza de resurrección; entonces, la ira de Dios se apaciguará.
Me sentí sorprendida de que Satanás pudiera tener tanto éxito en hacer creer a los hombres que las palabras: El alma que pecare ésta morirá, significan que el alma que pecare no morirá, sino que vivirá en una miseria eterna. El ángel dijo: La vida es vida, ya sea que ésta transcurra en pena o en felicidad. En la muerte no hay pena, alegría u odio.
Satanás le dijo a sus ángeles que realizaran un esfuerzo especial para difundir el engaño y la mentira que le fue dicha a Eva por primera vez en el Edén: No moriréis. Y cuando este error fue recibido por la gente, y creyeron que el hombre era inmortal, Satanás los condujo aún más lejos haciéndoles creer que el pecador viviría en una miseria eterna. Entonces, el camino fue preparado para que Satanás obrara a través de sus representantes, y presentara a Dios como un tirano vengativo; que quienes no lo complacían, serían arrojados en un infierno, y allí sentirían por siempre su ira, mientras que él los contemplaría con satisfacción al verlos retorcerse, víctimas de horribles sufrimientos en medio de llamas eternas. Satanás sabía que si este error era recibido, Dios sería temido y odiado por una gran mayoría, en vez de ser amado y admirado; y que también, muchos serían llevados a creer que las amenazas contenidas en la palabra de Dios no serían cumplidas; porque sería contrario a su carácter benévolo y amoroso el arrojar a los seres que él había creado a los tormentos eternos. Satanás los había guiado hacia otro extremo, a ignorar completamente la justicia de Dios, las advertencias encerradas en su Palabra, y a presentarlo como un ser lleno de tanta misericordia, que no dejaría que nadie pereciera, sino que todos, santos y pecadores, serían finalmente salvos en su reino. A causa del error popular de la inmortalidad del alma, Satanás se aprovecha de otra clase de personas, y los conduce a considerar la Biblia como un libro que no es inspirado divinamente. Esta clase piensa que las Escrituras enseñan muchas cosas buenas, pero que ellos no pueden confiar en ella ni amarla, porque han sido enseñados que ésta sostiene la doctrina de la ruina eterna.
Satanás aún toma ventaja de otra clase de personas y las lleva al punto en que niegan la existencia de Dios. No pueden ver que exista armonía alguna en el carácter del Dios de la Biblia, si él infligira terribles tormentos a una parte de la familia humana por toda la eternidad; y ellos niegan la Biblia y a su Autor, y consideran que la muerte es un sueño eterno.
Satanás entonces induce a pecar a otra clase que es medrosa y tímida; y después que han pecado, les asegura que la paga del pecado es (no la muerte, sino) una vida eterna en horribles tormentos, que han de sufrirse por las edades sin fin de la eternidad. Satanás aprovecha la oportunidad, y magnifica ante sus débiles mentes los horrores de un infierno sin fin, toma control de sus mentes, y ellos pierden la razón. Entonces, Satanás y sus ángeles se alegran y el infiel y el ateo se unen para lanzar reproches sobre el cristianismo. Sostienen que esos males son el resultado de creer en la Biblia y en su Autor, cuando en realidad son la consecuencia de haber aceptado una herejía popular.
Vi que la hueste celestial estaba llena de indignación por esa audaz obra de Satanás. Pregunté por qué se permitía que todos esos engaños tuvieran efecto en las mentes de los hombres, cuando los ángeles de Dios eran tan poderosos, y si eran comisionados, fácilmente podían romper el poder del enemigo. Entonces, vi que Dios sabía que Satanás trataría de usar todas sus artes para destruir al hombre; por lo tanto, él había hecho que su Palabra fuese escrita, y que sus planes para el hombre fuesen presentados tan claramente que el más débil no necesitara errar. Después de darle su Palabra al hombre, la preservó cuidadosamente de modo que Satanás y sus ángeles, a través de cualquier agente o representante, no pudiera destruirla. Aunque otros libros podían ser destruidos, ese santo Libro había de ser inmortal. Y cerca del tiempo del fin, cuando los engaños de Satanás aumentarían, las copias de ese Libro se multiplicarían para que todos los que deseasen tener una copia de la voluntad de Dios revelada al hombre pudiesen tenerla, y si querían, podrían armarse en contra de los engaños y los prodigios mentirosos de Satanás.
Vi que Dios había guardado la Biblia de manera especial, sin embargo los eruditos, cuando las copias eran pocas, habían cambiado las palabras en algunos casos, pensando que la estaban haciendo más clara, cuando sólo estaban confundiendo lo que era sencillo al hacer que su sentido se inclinara en apoyo de las opiniones que habían establecido, y que eran puntos de vista gobernados por la tradición. Pero vi que la Palabra de Dios, en conjunto, es una cadena perfecta de la cual, una porción explica la otra. Los verdaderos buscadores de la verdad no necesitan errar, porque no sólo es la Palabra de Dios sencilla y clara al mostrar el camino de la vida, sino que el Espíritu Santo es dado como guía para comprender el camino de la vida revelado en la Palabra.
Vi que los ángeles de Dios nunca habían de controlar la voluntad. Dios coloca delante del hombre la vida y la muerte. Éste puede escoger. Muchos desean la vida, pero continúan andando en el camino ancho, porque no han escogido la vida.
Vi la misericordia y la compasión de Dios al dar a su Hijo para que muriera por el hombre culpable. Aquellos que no escojan aceptar la salvación que ha sido comprada para ellos a un precio tan elevado, deben ser castigados. Seres que Dios creó han escogido rebelarse en contra de su gobierno, pero vi que Dios no los había aprisionado en el infierno para que sufran eternamente. Él no podría llevarlos al cielo, porque introducirlos en la compañía de los seres puros y santos los haría completamente miserables. Dios no los llevará al cielo ni tampoco hará que sufran eternamente. Los destruirá completamente para que sean como si nunca hubiesen existido, y entonces su justicia estará satisfecha. Formó al hombre del polvo de la tierra y el desobediente e impio será consumido por fuego, y volverá nuevamente al polvo. Vi que la benevolencia y la compasión de Dios en este asunto debería llevar a todos a admirar su carácter y a adorarlo; y después de que los malvados hayan sido destruidos de la tierra, toda la hueste angélica dirá: ¡Amén!
Satanás miraba con gran satisfacción a los que profesan tener el nombre de Cristo y se aferran a los engaños que él mismo originó. Su obra es la de crear nuevos engaños. Su poder aumenta, y se vuelve más astuto. Él guió a sus representantes, los papas y sacerdotes, a exaltarse a sí mismos, y a excitar a la gente a perseguir severamente a aquellos que amaban a Dios, y no estaban dispuestos a ceder a sus engaños. Satanás incitó a sus agentes a destruir a los devotos seguidores de Cristo. ¡Oh, los sufrimientos y la agonía que hicieron sufrir a los preciosos hijos de Dios! Los ángeles han llevado un fiel registro de todo eso. Pero Satanás y sus malos ángeles se regocijaron, y él dijo a todos los ángeles que ministraban y fortalecían a esos santos sufrientes que los matarían, para que no quedara un verdadero cristiano sobre la tierra. Vi que la iglesia de Dios era pura entonces. No existía el peligro de que hombres de corazones corruptos entraran entonces en la iglesia de Dios, porque el verdadero cristiano que se atrevía a declarar su fe, estaba en peligro de sufrir el potro, la estaca y todas las torturas que Satanás y sus ángeles malos pudiesen inventar, y poner en la mente del hombre.

Favor hacer referencia a: Génesis capítulo 3; Eclesiastés 9:5; Lucas 21:33; Juan 3:16; 2Timoteo 3:16; Apocalipsis 20:14-15, 21:1, 22:12-19.

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