La Conversión de Saulo - Capítulo 14

Mientras Saulo viajaba hacia Damasco llevando cartas que le autorizaban a prender a hombres o a mujeres que predicaban a Jesús y a llevarlos atados a Jerusalem, ángeles malos se regocijaban a su alrededor. Pero mientras viajaba, repentinamente, una luz del cielo brilló en torno suyo, la cual ahuyentó a los ángeles malos e hizo que Saulo cayera al suelo rápidamente. Oyó una voz diciendo: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Saulo preguntó: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Y Saulo, temblando y lleno de asombro dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor dijo: Levántate, y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.
Los hombres que estaban con él se quedaron desconcertados, escuchando una voz pero sin ver a ningún hombre. Cuando la luz se desvaneció y Saulo se levantó de la tierra y abrió sus ojos, no vio a nadie. La gloria de la luz celestial lo había cegado. Lo condujeron de la mano y lo llevaron a Damasco; allí estuvo tres días sin vista y no comió ni bebió. Entonces, el Señor envió su ángel a uno de los hombres mismos a quienes Saulo esperaba capturar, y le reveló en visión que debía ir a la calle llamada la Derecha, y preguntar en la casa de Judas por uno llamado Saulo de Tarso, porque he aquí, él ora; y ha visto en visión un varón llamado Ananías, que entra y le pone la mano encima, para que reciba la vista.
Ananías temía que hubiese algún error en ese asunto, y comenzó a relatarle al Señor lo que había oído acerca de Saulo. Pero el Señor le dijo a Ananías: Ve: porque instrumento escogido me es éste, para que lleve mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel. Porque yo le mostraré cuánto le sea menester que padezca por mi nombre. Ananías siguió las órdenes del Señor y entró en la casa, y poniendo sus manos sobre él dijo: Saulo hermano, el Señor Jesús, que te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.
Inmediatamente, Saulo recibió la vista, se levantó y fue bautizado. Luego predicó a Cristo en las sinagogas, que él era el Hijo de Dios. Todos los que lo oyeron estaban asombrados y preguntaron: ¿No es este el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos ante los principales sacerdotes? Pero Saulo se esforzaba aún más, y confundía a los judíos. Nuevamente estaban turbados. Saulo relató su experiencia en el poder del Espíritu Santo. Todos estaban familiarizados con el hecho de la oposición anterior de Pablo en contra de Jesús, y su celo en perseguir y entregar a la muerte a todos los que creían en su nombre. Su conversión milagrosa convenció a muchos de que Jesús era el Hijo de Dios. Saulo relató su experiencia, contando que cuando estaba persiguiendo hasta la muerte, arrestando y encarcelando tanto a hombres como a mujeres, durante su viaje a Damasco, repentinamente una gran luz del cielo resplandeció a su alrededor y Jesús se le apareció y le enseñó que era el Hijo de Dios. A medida que Saulo predicaba osadamente a Jesús, ejercía una poderosa influencia. Tenía un profundo conocimiento de las Escrituras, y después de su conversión, una luz divina resplandeció sobre las profecías que concernían a Jesús, lo cual lo capacitó para presentar la verdad clara y valientemente, y para corregir cualquier perversión de las Escrituras. Con el Espíritu de Dios descansando sobre él, conducía a sus oyentes de una manera clara y persuasiva, a través de las profecías, hacia el tiempo de la primera venida de Cristo, y les mostraba que las Escrituras que se referían a los sufrimientos, la muerte y la resurrección de Cristo se habían cumplido.

Favor hacer referencia a: Hechos capítulo 9.

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