El Mensaje del Tercer Ángel - Capítulo 28

Cuando el ministerio de Jesús terminó en el lugar santo, y él entró en el santísimo, y se paró ante el arca conteniendo la ley de Dios, envió otro poderoso ángel a la tierra con el tercer mensaje. Colocó un pergamino en la mano del ángel, y a medida que éste descendía hacia la tierra en majestad y poder, proclamó una impresionante advertencia, la amenaza más terrible que jamás se haya dado al hombre. El propósito de ese mensaje era poner en guardia a los hijos de Dios, y mostrarles la hora de tentación y angustia que se hallaba ante ellos. El ángel dijo: Serán llevados a tener un combate acérrimo con la bestia y su imagen. Su única esperanza de vida eterna se encuentra en permanecer fieles. Aunque sus vidas estén en juego, aún deben seguir siendo leales a la verdad. El tercer ángel termina su mensaje con estas palabras: Aquí está la paciencia de los santos; aquí están los que guardan los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús. A medida que repetía esas palabras, señalaba hacia el santuario celestial. Las mentes de todos los que acepten ese mensaje serán dirigidas hacia el lugar santísimo donde Jesús está ante el arca, haciendo su intercesión final en favor de todos los que han quebrantado la ley de Dios en ignorancia. Esta expiación es efectuada por los justos muertos tanto como en beneficio de los justos vivos. Jesús hace una expiación por los que han muerto no habiendo recibido la luz acerca de los mandamientos de Dios, quienes pecaron ignorantemente.
Después de que Jesús abrió la puerta del lugar santísimo, la luz del sábado fue descubierta y el pueblo de Dios había de ser puesto a prueba y examinado, como Dios probó a los hijos de Israel en la antigüedad, para ver si guardarían su ley. Vi al tercer ángel señalando hacia arriba, mostrándole a los que habían sido chasqueados el camino hacia el lugar santísimo. Ellos siguieron a Jesús por la fe en el lugar santísimo; nuevamente habían encontrado a Jesús, y el gozo y la esperanza brotaron otra vez. Los vi mirando hacia atrás, recordando el pasado, desde la proclamación del segundo advenimiento de Jesús y el periodo de su viaje hasta llegar al cierre del tiempo en el 1844. Vieron la explicación de su chasco y nuevamente los animaron el gozo y la seguridad. El tercer ángel había iluminado el pasado, el presente y el futuro, y sabían que Dios ciertamente los había guiado mediante su misteriosa providencia.
Se me mostró que el remanente siguió a Jesús al lugar santísimo, y contempló el arca y el propiciatorio, y fueron cautivados por su gloria. Jesús levantó la cubierta del arca, y he aquí las tablas de piedra con los diez mandamientos escritos en ellas. Ellos investigaron los oráculos vivientes, pero retrocedieron con temor cuando vieron el cuarto mandamiento viviendo entre los diez preceptos sagrados, mientras que una luz más abrillante brillaba sobre él que sobre los otros nueve y un nimbo de gloria lo rodeaba. No encontraron allí, nada que les informara que el sábado había sido abolido o cambiado al primer día de la semana. Este se lee como cuando fue enunciado por la boca de Dios en solemne y terrible majestad sobre el monte, mientras los relámpagos fulguraban y el trueno retumbaba, y cuando fue escrito con su propio y santo dedo en las tablas de piedra: Seis días trabajarás y harás toda tu obra; más el séptimo día es el sábado del Señor tu Dios. Se asombraron al contemplar el cuidado que se había tomado de los díez mandamientos. Los vieron colocados cerca de Jehová, cubiertos y protegidos por su santidad. Vieron que habían estado pisoteando el cuarto mandamiento del Decálogo y que habían observado un día transmitido por los paganos y los papistas, en vez del día santificado por Jehová. Se humillaron ante Dios, y se lamentaron por su pasadas transgresiones.
Vi el incienso humear en el incensario, mientras Jesús ofrecía sus confesiones y oraciones a su Padre. Y a medida que ascendían, una brillante luz descansaba sobre Jesús y sobre el propiciatorio; y los fieles que oraban, quienes estaban turbados porque habían descubierto que eran transgresores de la ley de Dios, fueron bendecidos, y sus rostros se iluminaron con esperanza y gozo. Se unieron a la obra del tercer ángel, y elevaron sus voces y proclamaron la solemne advertencia. Al principio, sólo unos pocos recibieron el mensaje, sin embargo, ellos continuaron proclamando la advertencia con vigor; Entonces vi a muchos aceptar el mensaje del tercer ángel, y unir sus voces a las de los que habían proclamado anteriormente la amonestación, y exaltaron a Dios y lo magnificaron al observar su día de descanso santificado.
Muchos que aceptaron el mensaje del tercer ángel no tenían una experiencia en los dos mensajes anteriores. Satanás lo entendió y su ojo maligno se fijó en ellos para vencerlos, pero el tercer ángel los estaba dirigiendo hacia el lugar santísimo, y los que tenían una experiencia en los mensajes pasados, les estaban señalando el camino hacia el santuario celestial. Muchos vieron la perfecta cadena de verdad en los mensajes de los ángeles, y la recibieron gozosamente. Los aceptaron en su orden y siguieron a Jesús por la fe en el lugar santísimo. Esos mensajes me fueron representados como un ancla para mantener firme al cuerpo de creyentes. Y a medida que las personas los recibían y comprendían, eran protegidas en contra de los muchos engaños de Satanás.
Después del gran chasco en el 1844, Satanás y sus ángeles estaban ocupados en poner trampas para trastornar la fe del grupo. Estaban afectando las mentes de individuos que tenían una experiencia personal en esas cosas. Tenían una apariencia de humildad. Cambiaron el primer y el segundo mensaje, y señalaron hacia el futuro para su cumplimiento, mientras que otros señalaban hacia el pasado, declarando que habían sido cumplidos entonces. Esos individuos estaban apartando las mentes de los inexpertos y perturbando su fe. Algunos estaban escudriñando la Biblia para tratar de fortalecer una fe propia, independiente del cuerpo de creyentes; Satanás se regocijó acerca de todo eso, porque sabía que podía afectar a los que se apartaran del ancla, mediante diferentes errores, y los podía desviar con vientos de doctrina. Muchos que habían sido líderes en el primer y segundo mensajes, los negaron, y a través del grupo de creyentes se produjo división y separación. Entonces, vi a Guillermo Miller. Se veía perplejo y estaba oprimido por el pesar y la angustia por su gente. Vio el grupo que había estado unido y que había sido amoroso en el 1844, perdiendo su amor y oponiéndose el uno al otro. Los vio caer en un estado de frialdad y apostasía. El pesar agotó sus fuerzas. Vi a dirigentes observando a Guillermo Miller y temiendo que él aceptara el mensaje del tercer ángel y los mandamientos de Dios. Y cuando él se inclinaba hacia la luz del cielo, esos hombres hacían un plan para apartar su mente de ésta. Vi una influencia humana ejercida para mantener su mente en las tinieblas, y para retener su influencia entre ellos. Al final, Guillermo Miller levantó su voz en contra de la luz del cielo. Él fracasó al no recibir el mensaje que hubiera explicado completamente su chasco, y arrojado una luz y gloria sobre el pasado, lo cual hubiera revivido sus energías agotadas, animado su esperanza, y lo hubiera guiado a glorificar a Dios. Pero él se apoyó en la sabiduría humana en vez de en la divina, y habiéndose desgastado con ardua labor en la causa de su Maestro y debilitado por la edad, él no era responsable como lo eran aquellos que lo apartaron de la verdad. Ellos son responsables, y el pecado reposa sobre ellos. Si Guillermo Miller hubiera podido ver la verdad del tercer mensaje muchas cosas que le parecían oscuras y misteriosas hubieran sido explicadas. Sus hermanos profesaban un amor e interés tan profundos por él que pensó que no se podía apartar de ellos. Su corazón se inclinaba hacia la verdad, pero entonces buscaba a sus hermanos. Ellos se oponían a ésta. ¿Podía separarse de aquellos que habían estado a su lado, hombro a hombro con él proclamando la venida de Jesús? Pensó que ciertamente ellos no lo desviarían.
Dios permitió que él pasara bajo el poder de Satanás, y que la muerte tuviera dominio sobre él. Lo escondió en la tumba, lejos de aquellos que constantemente estaban alejándolo de Dios. Moisés erró justamente cuando estaba a punto de entrar en la tierra prometida. De igual manera, Guillermo Miller erró cuando estaba por entrar en la Canaán celestial, al permitir que su influencia fuera ejercida en contra de la verdad. Otros lo llevaron a hacer eso. Otros deberán dar cuanta de ello. Pero ángeles vigilan el precioso polvo de ese siervo de Dios, y él se levantará al sonido de la trompeta final.

Favor hacer referencia a: Exodo 20:1-17, 31:18; 1Tesalonicenses 4:16; Apocalipsis 14:9-12.

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