Todo el cielo estaba esperando la hora de triunfo cuando Jesús ascendería a su Padre. Ángeles vinieron a recibir al Rey de gloria y a escoltarlo triunfalmente al cielo. Después que Jesús hubo bendecido a sus discípulos, se separó de ellos y fue llevado hacia arriba. Y a medida que ascendía era seguido por la muchedumbre de cautivos que fueron levantados cuando él resucitó. Una multitud de los ejércitos celestiales le acompañaba; mientras que en el cielo una innumerable cantidad de ángeles aguardaba su regreso. Mientras ascendían a la santa ciudad los ángeles que escoltaban a Jesús exclamaban: "Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotros puertas eternas, y entrará el Rey de gloria." Arrobados, los ángeles en la ciudad que aguardaban su llegada, exclamaban: ¿Quién es este Rey de gloria? Con voz triunfante el séquito de ángeles contestaba: ¡Jehová el fuerte y valiente! ¡Jehová el poderoso en batalla! Alzad oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras puertas eternas, y entrará el Rey de gloria. Nuevamente la hueste angélica exclamó: ¿Quién es este Rey de gloria? Con voces melodiosas la escolta de ángeles contestó: ¡Jehová de los ejércitos, él es el Rey de gloria! Y la comitiva celestial hizo su entrada en la ciudad. Entonces, todos los ejércitos celestiales rodearon al Hijo de Dios, su majestuoso comandante, y con la más profunda adoración se postraron ante él y depositaron sus brillantes coronas a sus pies. Y enseguida tocaron sus arpas de oro, y con dulces y melodiosos acordes, llenaron todo el cielo con su música exquisita y con cantos al Cordero que fue inmolado y vive nuevamente en majestad y gloria.
Entonces me fueron mostrados los discípulos cuando llenos de pesar miraban hacia el cielo tratando de vislumbrar por última vez a su Señor mientras ascendía. Dos ángeles en vestiduras blancas se pusieron junto a ellos, y les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, vendrá así tal como le habéis visto ir al cielo. Los discípulos, con la madre de Jesús, presenciaron la ascensión del Hijo de Dios, y pasaron esa noche recordando sus hechos, y las cosas extrañas y gloriosas que habían ocurrido durante tan corto tiempo.
Satanás consultó con sus ángeles, y con un odio amargo en contra del gobierno de Dios, les dijo que mientras él retuviera su poder y autoridad sobre la tierra, sus esfuerzos tenían que ser diez veces más poderosos en contra de los seguidores de Jesús. No habían logrado nada en su oposición hacia Jesús; pero de ser posible, debían destruir a sus seguidores, llevando a cabo su obra a través de cada generación, para engañar a quienes creían en Jesús, en su resurrección y en su ascensión. Satanás relató a sus ángeles que Jesús había otorgado a sus discípulos poder para echarlos, reprenderlos y sanar a los que eran afligidos por ellos. Entonces, los ángeles de Satanás salieron como leones rugientes buscando cómo podrían devorar a los seguidores de Jesús.
Favor hacer referencia a: Salmos Libro I 24:7-10; Hechos 1:1-11.
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