El Señor me ha mostrado que Satanás fue una vez un ángel honrado en el cielo, que seguía en orden a JesuCristo. Su semblante era apacible, expresivo y lleno de felicidad como el de los demás ángeles. Su frente alta y espaciosa indicaba su poderosa inteligencia. Su forma era perfecta, su porte noble y majestuoso. Pero vi que cuando Dios le dijo a su Hijo: Hagamos al hombre a nuestra imagen, Satanás sintió celos de Jesús. Deseó que se le consultara con respecto a la creación del hombre. Estaba lleno de envidia, de celos y de odio. Deseó ocupar la posición más exaltada en el cielo, estar cerca de Dios, y recibir los más altos honores. Hasta entonces, todo el cielo era orden, armonía y perfecta sujeción al gobierno de Dios.
Rebelarse en contra del orden y de la voluntad de Dios era el pecado más grande. Todo el cielo parecía estar en conmoción. Los ángeles estaban agrupados en compañías, teniendo a su cabeza un ángel superior que los comandaba. Todos los ángeles estaban agitados. Satanás estaba haciendo insinuaciones en contra del gobierno de Dios, sintiendo la ambición de exaltarse a si mismo, y renuente a someterse a la autoridad de Jesús. Algunos de los ángeles simpatizaban con Satanás en su rebelión, y otros contendían esforzadamente por el honor y la sabiduría de Dios al dar autoridad a su Hijo. Y hubo contienda entre los ángeles. Satanás y los ángeles que simpatizaban con él, quienes estaban luchando por reformar el gobierno de Dios, desearon penetrar en su inescrutable sabiduría para indagar sus propósitos en exaltar a Jesús, y dotarlo con tan ilimitado poder y dominio. Se rebelaron contra la autoridad del Hijo de Dios, y todos los ángeles fueron llamados a comparecer ante el Padre, para decidir cada caso. Se determinó que Satanás fuese expulsado del cielo con todos los ángeles que se le habían unido en la rebelión. Entonces hubo guerra en el cielo. Los ángeles se empeñaron en la batalla; Satanás deseaba vencer al Hijo de Dios, y a aquellos que eran sumisos a su voluntad. Pero los ángeles buenos y verdaderos prevalecieron, y Satanás, con sus seguidores fueron echados del cielo.
Después de que Satanás fue arrojado del cielo, con aquellos que cayeron con él, él se dio cuenta de que había perdido toda la pureza y la gloria del cielo para siempre. Entonces, se arrepintieron y desearon ser restaurados de nuevo en el cielo. Él estaba deseoso de tomar su propio lugar, o cualquier otro lugar que le fuera asignado. Pero no, el cielo no podía ser colocado en peligro. Todo el cielo sería estropeado si lo volvieran a recibir; porque el pecado se originó con él y las semillas de la rebelión estaban en él. Satanás había conseguido seguidores, aquellos que simpatizaron con él en su rebelión. Él y sus seguidores se arrepintieron, lloraron e imploraron que los aceptaran de nuevo en el favor de Dios. Pero no, su pecado, su odio, su envidia y sus celos habían sido tan grandes que Dios no los podía borrar. Éstos debían permanecer para recibir su castigo final.
Cuando Satanás llegó a estar completamente consciente de que no había ninguna posibilidad de ser reintegrado nuevamente al favor de Dios, entonces, su malicia y su odio comenzaron a manifestarse. Consultó con sus ángeles, y un plan fue puesto en efecto para trabajar todavia en contra del gobierno de Dios. Cuando Adán y Eva fueron colocados en el hermoso huerto, Satanás estaba haciendo planes para destruirlos. Una consulta fue efectuada con sus ángeles malos. No había manera de que esa feliz pareja pudiera ser privada de su felicidad si obedecía a Dios. Satanás no podía ejercer su poder sobre ellos a menos que primero desobedecieran a Dios, y perdieran su favor. Ellos tenian que idear algún plan para conducirlos a la desobediencia a fin de que incurrieran en el desagrado de Dios y fueran colocados bajo una influencia más directa de parte de Satanás y sus ángeles. Se decidió que Satanás debia asumir otra forma, y manifestar interés por el hombre. Él debía hacer insinuaciones en contra de las verdades de Dios, crear duda acerca de sí Dios quiso decir lo que dijo, y entonces, estimular su curiosidad, y guiarlos a tratar de inmiscuirse en los inescrutables planes de Dios, algo de lo cual Satanás había sido culpable, y conducirlos a razonar acerca de la causa de sus restricciones en relación con el árbol del conocimiento.
Favor hacer referencia a: Isaías 14:12-20; Ezequiel 28:1-19; Apocalipsis 12:7-9.